1. Espiritualidad instantánea: Mezcla la espiritualidad con una cultura que celebra la velocidad, la multitarea y la gratificación instantánea. El resultado es probable que sea la espiritualidad instantánea. La espiritualidad instantánea es un producto común y comprensible para fantasear que el alivio del sufrimiento de nuestra condición humana puede ser rápido y fácil. Una cosa es clara: la transformación espiritual no es un remedio instantáneo.
2. Falsa espiritualidad: Es la tendencia a hablar, vestirnos y actuar como nos imaginamos que lo haría una persona espiritual. Se trata de un tipo de espiritualidad que imita la realización espiritual.
3. Motivaciones confundidas: Aunque nuestro deseo de crecer sea genuino y puro, a menudo se mezcla con otras motivaciones, entre ellas el deseo de ser amado, el deseo de pertenecer, la necesidad de llenar nuestro vacío interior, la creencia de que el camino espiritual nos liberará de nuestros sufrimiento, y la ambición espiritual: el deseo de ser especial, ser mejor que, ser de los “elegidos”.
4. Identificarse con las experiencias espirituales: En esta enfermedad, el ego se identifica con nuestra experiencia espiritual y la toma como propia, y empezamos a creer que estamos encarnando ideas que han surgido dentro de nosotros en determinados momentos. En la mayoría de los casos, no dura indefinidamente, aunque tiende a perdurar por largos periodos de tiempo en aquellos que se creen iluminados y/o funcionan como maestros espirituales.
5. El Ego espiritualizado: Esta enfermedad ocurre cuando la propia estructura de la personalidad del ego se arraiga profundamente en conceptos e ideas espirituales. El resultado es una estructura del ego “a prueba de balas”. Cuando el ego se espiritualiza, nos volvemos invulnerables a la ayuda, nuevas ideas o a la retroalimentación constructiva. Nos convertimos en seres humanos impenetrables y retrasamos nuestro crecimiento espiritual, todo ello en nombre de la espiritualidad.
6. Maestros espirituales producidos en serie: Hay una serie de tradiciones espirituales de moda que producen personas que se creen a nivel de la iluminación espiritual, o con un dominio que está más allá de su nivel real. Esta enfermedad funciona como una línea de producción espiritual: ponte este resplandor, consigue esta visión, y ¡bam!, estás iluminado y listo para iluminar a otros de forma similar. El problema no es que estos profesores instruyan sino que se presentan como si hubieran alcanzado la maestría espiritual.
7. Orgullo espiritual: El orgullo espiritual se produce cuando el practicante, a través de años de penoso esfuerzo, en realidad ha alcanzado un cierto nivel de sabiduría y usa esos logros para justificar no adquirir mayor experiencia. La sensación de una “superioridad espiritual” es otro síntoma de esta enfermedad de transmisión espiritual. Se manifiesta como una sutil sensación de que “yo soy mejor que otros, más sabio y estoy por encima, porque soy espiritual”.
8. Mentalidad de grupo: También se describe como pensamiento de grupo, mentalidad de culto, o enfermedad de ashram. La mentalidad de grupo es un virus insidioso que contiene muchos elementos tradicionales de la codependencia. Un grupo espiritual mantiene acuerdos sutiles e inconscientes respecto a la forma correcta de pensar, hablar, vestirse y actuar. Los individuos y los grupos infectados con la “mentalidad de grupo” rechazan a los individuos, actitudes y circunstancias que no se ajusten a las normas, a menudo no escritas, de su grupo.
9. El complejo de los practicantes elegidos: Este complejo no es exclusivo de los judíos. Es la creencia de que “Nuestro grupo está más evolucionado espiritualmente, es más poderoso, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro grupo”. Existe una importante diferencia entre reconocer que uno ha encontrado el camino, el maestro, o la comunidad correctas para uno mismo, y haber encontrado Al Ungido.
10. El virus mortal: “He llegado”. Esta enfermedad es tan potente que tiene la capacidad de ser terminal y mortal para nuestra evolución espiritual. La creencia de “haber llegado” al objetivo final de la senda espiritual. Nuestro progreso espiritual termina en el momento en que se concreta esta idea en nuestra mente. En el momento en que comenzamos a creer que hemos llegado al final del camino, se interrumpe un mayor crecimiento.